Durante la primera “Cumbre de la Tierra” (Rio 1.992) cuyo lema por aquel entonces era “el futuro del planeta esta en peligro”, cuatro niños de Vancouver (Canadá) con edades comprendidas entre 12 y 13 años, crearon una asociación ecologista (ECO- Environmental Children's Organization), buscaron financiación y se trasladaron a Conferencia de Río.
En dicha Conferencia, la portavoz de la joven organización, una niña llamada Severn Suzuki, tuvo la oportunidad de dirigirse a los asambleístas y transmitirles el manifiesto que habían traído desde Vancouver, unas palabras llenas de realidad que enmudecieron el auditorio.
Hoy 20 años después, los problemas a los que esta niña instaba a los dirigentes de la Conferencia de Río solucionasen sin más demora, no han disminuido sino que por el contrario se han acrecentado. Problemas de desigualdad social, con una creciente brecha entre ricos y pobres, problemas derivados de un modelo de consumo insostenible en el tiempo, problemas medioambientales con una explotación imparable de los recursos naturales y la perdida de biodiversidad que acarrea, cumpliéndose además últimamente, las predicciones más pesimistas sobre el factor cambio climático, que por aquel entonces se barajaban.
Paralelamente a la Conferencia de ONU, se desarrollara la Cumbre de los Pueblos, llevada a cabo por Movimientos Sociales de todo el mundo cuyo lema es: “Por la justicia social y ambiental, contra la mercantilización de la vida y la naturaleza, y en defensa de los bienes comunes”.
Según las palabras de Ban Ki-moon: “Rio+20 es también una oportunidad para mirar al futuro del mundo que queremos en 20 años.”
Desde AMA entendemos que si se vuelven a obviar una vez más las propuestas de los movimientos sociales para la resolución de los problemas económicos, sociales y medioambientales que posee la humanidad, dentro de otros 20 años el futuro la civilización humana será mucho más negro que ahora.